Cuestiones turísticas

Desde 1975 he tenido oportunidad de estar cerca de las Escuelas de Administración Turística (con éste u otros nombres) en diversas universidades y platicar con especialistas teóricos o prácticos en la materia. Como turista y constante observador he intercambiado puntos de vista con personas conocedoras del tema y me atrevo a realizar un comentario sobre cuestiones turísticas. Se reducirá a cuatro ciudades: Campeche, Oaxaca, Puebla y Veracruz. Los temas son: atractivos turísticos, gastronomía, transporte citadino, servicios y posibilidades de mejora.

Atractivos turísticos. Podríamos afirmar que la mayoría de las capitales de nuestros estados y otras ciudades o pueblos en cada uno de ellos tienen variados atractivos turísticos, ya se trate de iglesias, museos, sitios arqueológicos, artesanías, fiestas regionales y otros. Puebla y Oaxaca tienen exceso de ellos, mientras que el Puerto de Veracruz y Campeche los tienen, pero podrían incrementarlos, mejorarlos o cambiarlos ¿Alguien sabe, por ejemplo, por qué en Oaxaca ahora es más fácil encontrar alebrijes y textiles que barro negro? O ¿Por qué el Mole de caderas es tan poco conocido fuera de Puebla?

Gastronomía. La comida mexicana es excelente y variada. Cualquiera de las cuatro ciudades mencionadas tiene restaurantes competitivos al más alto nivel y sólo Campeche, por ser la más pequeña de las cuatro, va a la zaga en número, pero no en calidad y quien lo dude que vaya a comer a la Aduana Vasconcelos o a la Pigua. Hay lugares para todos los bolsillos y los mercados no son desdeñables en este apartado. Por algo se dice que la cocina mexicana es la segunda en variedad y la sexta en calidad a nivel mundial.

Transporte citadino. Puebla y Veracruz son ciudades grandes que se han conurbado con las tres Cholulas y Boca del Río respectivamente, por lo que requieren medios de transporte ágiles, eficientes y modernos que sí tienen y aquí se incluye a los turibuses que junto a la Catedral de Puebla impresionan por la demanda que el turista hace de ellos. Campeche y Oaxaca no se quedan atrás, aunque de calidad desigual.

Servicios. Entendiendo aquí facilidades que se dan al turismo nacional o extranjero, acostumbrado a comodidades en sus lugares de origen. Los aeropuertos de Puebla y Veracruz son buenos. En ciudades como Campeche y Oaxaca más propias para recorrerse a pie, no siempre existen las facilidades necesarias, por ejemplo, para personas de la tercera edad o para quienes tienen dificultad para desplazarse. Un caso notorio de esto son los servicios sanitarios en hoteles y restaurantes con accesos complicados, los cuales están al final de una escalera o no están disponibles. Quien juzgue esto intrascendente recuerde que en Nueva York hace tiempo que los baños son parte de una evaluación de calidad.

Posibilidades de mejora. Hay quien afirma que nada cambiará y que es inútil pedirlo. Opino lo contrario. Un ejemplo que ahora resulta increíble es que en la década de los cincuenta del siglo pasado los únicos baños disponibles en el centro de la Ciudad de México estaban dentro de las cantinas o en el hotel en que se encontrara alguien hospedado. Hemos cambiado mucho y para bien. Por otra parte, está la necesidad de no quedarnos atrapados en un presente que consideramos perfecto sin serlo. Aplicar nuestra creatividad y observar las necesidades del cliente e incluso crearlas. Recordemos el caso de aquel pequeño pueblo del medio oeste estadounidense donde no había nada que valiera la pena. La carretera interestatal lo había dividido en dos y el alcalde decidió construir un puente para evitar accidentes a sus conciudadanos. Un artista local pintó en el techo y las paredes interiores un mural relativo a la cacería del búfalo y también decoró el exterior. Algunos vendedores de artesanías se colocaron en ambos extremos del puente. No faltó quien imprimiera playeras y gorras alusivas y los guías de turistas narraban la epopeya de la cacería del bisonte americano. Hoy es una parada indispensable para quienes transitan por esa carretera.

¿No tenemos nosotros muchos más atractivos que podríamos aprovechar, mejorar o crear?

Nota1

Para los que así lo prefieran, pueden encontrar la liga a mis artículos en la cuenta de Twitter @visionfcalleja

Nota 2

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El Gran Café de la Parroquia

En marzo de 2.012 publiqué un artículo sobre la Parroquia, seis años y medio después cambiaron algunas cuestiones, vale la pena actualizar la información. Recordemos los antecedentes.

Aunque desde principios del siglo XVIII se establecieron tiendas expendedoras de café en esa misma acera, frente a la catedral de Veracruz, es hasta 1805 que se conoce la fundación de uno de esos negocios en la precisa esquina de Parroquia y María Andrea (actuales Independencia y Gutiérrez Zamora). Pero es hasta 1808 que se considera fundado lo que a partir de1838 será tienda y café y en 1858 se conocerá como Café de la Parroquia, importando la novedad europea de colocar mesas bajo los portales.

Cambiará de dueño varias veces y en 1938 se le dará el nombre de Gran Café de la Parroquia. En 1994 enfrenta el más grave problema de su existencia abandonando su local inicial y emblemático, para mudarse frente al Malecón en la calle de Gómez Farias. Pero sobrevive, a pesar de que con la originalidad que caracteriza a ciertos competidores, un café se instala en su ubicación inicial y otro se coloca a unos pasos.

Los socios se dividen en dos grupos, uno de ellos conocido sólo como La Parroquia de Veracruz otorga una franquicia en la ciudad de México en 2008, y abre unidades en Plaza del Sol y en Boca del Río, en 2012.

Para el grupo que conserva la idea original, 2008 parece ser el año clave ya que inaugura una sucursal en Boca del Río y desde ese momento abre 14 módulos en el estado de Veracruz y uno en la ciudad de México en Polanco.

Su lema es “el café como debe ser” y México lo ha creído así. Por algo Porfirio Díaz se detuvo antes de subir al Ipiranga para tomar un último café lechero, Agustín Lara lo visitaba cuando estaba en el puerto, el ex presidente Adolfo Ruiz Cortines jugaba al dominó en una de sus mesas, Carlos Fuentes lo consideró el lugar ideal para iniciar sus programas de la serie “El espejo enterrado” y varios presidentes mexicanos desayunaron allí cuando visitaban el Puerto.

Tiene afluencia de 2,000 personas en días bajos y de 4,000 en días altos, un promedio de 2,750 cafés vendidos al día en los locales grandes y platillos que han ingresado en el menú nacional como las bombas con nata, nos hablan de un negocio que ha mantenido la tradición, pero que ha sabido ingresar en el siglo XXI. Cuando se entra a sus instalaciones se puede sentir el sabor de lo conocido, pero se percibe que no desdeña la modernidad necesaria para atraer, además de los turistas, a clientes jóvenes, a familias y a hombres de negocios.

Hoy su página nos reporta cuatro unidades en el Puerto de Veracruz; una en Puebla, más dos módulos recién abiertos dentro de la UDLAP, y en la Ciudad de México está la franquicia original y cuatro pequeñas unidades, una de ellas a la salida de Wal-Mart Universidad y otra en Wal-Mart de Félix Cuevas. Una apuesta interesante por unidades con mínimos costos fijos digna de observarse y esperar que tenga éxito.

francisco.calleja52@gmail.com

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