Dos informes más actualizan cómo evoluciona la cuestión de los auditores y la asesoría al gobierno australiano que lejos de terminar sigue avanzando y se descubren nuevos detalles y casos.
Aunque el problema empezó en PricewaterhouseCoopers (PwC), las otras tres grandes KPMG, Deloitte y Ernest & Young revelaron que han despedido a socios durante los dos últimos dos años por errores, deshonestidad, discriminación o abusos sexuales. KPMG reconoció ante un comité senatorial la existencia de 88 quejas, 38 de las cuales tuvieron sustento y generaron despidos o llamadas de atención severas a su personal. Ernest & Young reporta una situación similar en las que se habla de los mismos temas, incluyendo falta a los valores de la firma. Deloitte confirma igualmente la misma situación y en todos los casos preocupa que algunos de los inculpados eran socios que fueron separados de sus cargos e incluso se hicieron investigaciones sobre discriminación sexual que cuestionaron la cultura prevaleciente en esas firmas.
También está bajo escrutinio la práctica de los cuatro grandes de hacer aportaciones a los dos principales partidos políticos de Australia, los cuales incluyen pagos de boletos, inscripciones a seminarios y otros que son presentados como donativos.
Lo anterior fue desencadenado por el despido de doce socios de PwC por hacer mal uso de información confidencial sobre impuestos, que ya fue comentada en un artículo anterior.
El ministro de finanzas australiano fue despedido después de descubrirse que había contratado a un asesor externo para que asesorara al gobierno sobre que asesores contratar. Este episodio que algunos han llamado risible desató las críticas sobre un gobierno que necesita asesores para tomar decisiones básicas y de su absoluta responsabilidad.
Para colmo la asesoría que PwC daba al gobierno australiano ha sido transferida a una nueva empresa en la cual parece haber clara inversión e intervención de la misma firma de consultores y eso ha desatado todo tipo de alarmas en el comité que revisa las cuestiones éticas de la situación.
Como se decía en un artículo anterior, el crecimiento de las firmas contables implica que asegurarse de que todos sus socios y empleados con acceso a información sensible actúen con honestidad se vuelve cada día más difícil y los mecanismos para lograrlo son difíciles de implementar. En los años 60´s del siglo pasado cuando una firma local tenía diez socios era posible asegurarse de que no se filtrara información delicada, ahora con 50 socios o más, la cuestión se complica.
Pero la situación tiene la vertiente positiva de recordar que la profesión contable ha sido respetuosa de su Código de Ética y quienes se apartan de él deben ser castigados, la fiscalización de las actuaciones de auditores y consultores en todo el mundo es buena porque permite seguir confiando en ellos y estar seguro de un comportamiento apegado a las más estrictas normas éticas.
Aunque el asunto australiano sí merece una atención especial y todavía dará que hablar por algún tiempo.
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