La designación de conceptos, cualquiera de ellos, y los contables, financieros y fiscales no son la excepción, tiende a permanecer en la mente de las personas, en el imaginario popular un tiempo superior al de su vida útil, para bien y la mayoría de las veces para mal. Algunos recordarán el sistema cedular de Hacienda establecido desde 1941 y que designaba como cédula IV a los productos del trabajo que debían ser gravados. Aunque dicho sistema desapareció en 1964 y la cédula IV fue sustituida por el Impuesto a los Ingresos de las Personas Físicas, todavía diez o veinte años después de su desaparición las personas decían que iban a pagar la cédula IV y no sólo eso, fuera de las oficinas de Hacienda se vendían formatos obviamente actualizados, pero que los vendedores pregonaban como los adecuados para pagar la cédula IV.
Desde la aparición del Consejo Mexicano de Normas de Información Financiera (CINIF), encargado desde 2004 de la normatividad financiera en nuestro país, varios conceptos contables han cambiado de nombre para adaptarse, sobre todo, a la nomenclatura internacional. Uno de estos casos son los activos fijos que ahora formalmente se designan como activos a largo plazo tangibles o activos no circulantes tangibles. Igualmente pasa con los activos diferidos que ahora son activos a largo plazo intangibles o activos no circulantes intangibles.
Es muy curioso observar la enorme dificultad que se tiene, aun en estados financieros de grandes empresas, para olvidar el concepto activo fijo y aunque el rubro se designe correctamente como activos a largo plazo, todavía algunos incluyen los viejos conceptos de activo fijo y activo diferido en las notas. No se diga en las empresas dónde todavía hay encargados del control del activo fijo y supongo que los habrá por muchos años.
Lo grave es que se ofrezcan todavía cursos sobre diversos temas contables por parte de ciertas organizaciones y que éstas no actualicen su nomenclatura y sigan hablando de activos fijos, aunque supuestamente sus cursos son de primer nivel y totalmente actualizados. Algo semejante sucede en las preparatorias y vocacionales dónde los alumnos siguen escuchando de activos fijos y diferidos y los profesores de nivel universitario tienen que hacerlos desaprender los conceptos anticuados y esforzarse en actualizarlos.
La nomenclatura igual en todo el planeta será un beneficio para que nos podamos entender lo mejor posible en términos contables, creo criticable que algunos países insistan en llamar activos corrientes y no corrientes, en vez de corto y largo plazo, o costes en vez de costos. Toda proporción guardada esta nomenclatura homogénea es una especie de latín que nos permite comunicarnos con mayor facilidad a nivel mundial. Lo otro es una especie de provincianismo que ya no debería existir en esta aldea global que habitamos.
Nota
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