En momentos de innovaciones educativas e incluso de modas al respecto, es oportuno recordar a la Compañía Lancasteriana. Fundada en Inglaterra por Joseph Lancaster y Alexander Bell llega a México por conducto de Manuel Codorniú, abriendo su primera escuela el 1 de septiembre de 1822 y en 1823 la segunda. Al mismo tiempo entra en esos años a Argentina, Chile, Perú, Ecuador, Uruguay, Colombia y Venezuela. Su idea era una enseñanza privada de bajo costo. Aunque habían existido experimentos individuales aislados que ya usaban su metodología. En ese momento había en México 71 escuelas primarias, adscritas a templos o conventos y sólo tres eran de particulares.
Establecen también una Escuela Normal basada en la enseñanza mutua (monitorial system), en la cual los alumnos mayores explicaban a los más pequeños. Era especialmente útil en grupos muy grandes en los que un profesor explicaba a sus ayudantes (monitores) y ellos explicaban a grupos de diez compañeros logrando un efecto multiplicador. Se decía que con un solo profesor podían atenderse 500 alumnos. Se enseñaba lectura, escritura, aritmética y catecismo. En un siguiente nivel se enseñaba: latín, francés, geografía, historia, mitología, dibujo y matemáticas. El sistema se extendió a muchas escuelas particulares y entre 1842 y 1845 el gobierno federal le dio a la Compañía Lancasteriana el control de la educación primaria en el país, con el nombre de Dirección General de Instrucción Primaria. Durante su administración se llegó a tener 106 escuelas con este sistema sólo en la capital y se fundaron planteles en 14 estados.
La Escuela Lancasteriana introdujo el uso de mapas, carteles, dictado y una rígida disciplina en la enseñanza. Se establecieron horarios (8 a 12 y 14 a 17 horas) y mobiliario mínimo en las escuelas. La lección del día se ponía a la vista de todos y los alumnos iban avanzando de manera individual a grupos más avanzados por materia. Se procuraba que el alumno estuviera constantemente activo.
El gobierno de Benito Juárez prefirió una educación más generalizada y con normas diferentes, lo que inició el declive de la enseñanza mutua y en 1890 la Compañía Lancasteriana se retiró de México.
Ahora que hablamos de aprendizaje colaborativo y otras metodologías diferentes a la enseñanza tradicional, vale la pena revisar experiencias por las que ya transitamos.
Bibliografía:
Deloya, Luz María y Calderón, Concepción, Maestros de primeras letras, México: Ed. Costa-Amic, 1.987.
Galván, Luz Elena, Los maestros y la educación pública en México, México: Ed. CIESAS, 1985.
García Benavente, José Félix, La Escuela Lancasteriana en México y en América Latina como solución del estado liberal ante el vacío dejado por la Iglesia, Universidad Pontificia de México, 2.015.
Tanck de Estrada, Dorothy, La educación en la historia de México, México: Ed. El Colegio de México, 1.992.
Wienber, Gregorio, Modelos educativos en la historia de América Latina, Argentina: Ed. UNESCO-CEPAL, 1.995.
Nota
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