Las características directivas de los contadores

descargaEs conocido el estudio de una universidad privada señalando a los contadores como la profesión que, tras diez años de egresados de su licenciatura, tenía porcentualmente más elementos que habían llegado a la dirección la empresa, lo cual era sorprendente porque se esperaría eso de los licenciados en administración. Por ello mismo es importante analizar las características de los contadores como directivos.

No olvidemos que Napoleón señalaba la importancia de los orígenes y él, que había sido artillero en su juventud, quería resolver sus batallas a cañonazos. Al contador le sucede lo mismo, al llegar a director general toma primero en cuenta la información financiera y pretende, antes que nada, mostrar utilidades en el estado de resultados y una buena situación financiera de la empresa, dejando en segundo lugar las ventas y la producción.

Consecuencia de lo anterior, el contador se preocupa menos por las personas de lo que lo haría un administrador, aunque ciertamente más que un ingeniero. La frialdad que siempre se le atribuye es cierta y puede ser un elemento en contra de su labor directiva. El perfil tradicional de las personas que estudian esta licenciatura era el de alguien que pensaba, reflexionaba, procedía con lógica, era crítico, ordenado, claro en su razonamiento, tal vez rígido, estudioso y deseoso de adquirir conocimientos. Los perfiles cambian, pero lo fundamental se mantiene y los contadores siguen siendo así.

Decía Alejandro Prieto que el contador se diferenciaba del administrador en que era una persona que gustaba de estar en su oficina, trabajando a solas con sus papeles, ahora con su computadora, sin necesitar de una interacción frecuente con los demás; en cambio el administrador salía constantemente de su oficina y procuraba hablar y convencer a los demás de sus puntos de vista. El contador piensa que los números mismos son los que deben convencer a su interlocutor.

El gusto por un ambiente silencioso, en el que se reflexione antes de actuar, pensando mucho, evaluando, ponderando reservadamente, estar callado, ser introvertido y actuando individualmente puede hacer caer al contador en aislamiento o en rodearse del mínimo de consejeros lo cual puede hacerlo sesgado en sus decisiones. He visto a personas golpear desesperadas la puerta de un directivo contador que se negaba a hablar con ellas porque consideraba que “todo estaba dicho ya” y los he visto fracasar al aislarse del equipo de trabajo y sólo aceptar las sugerencias de un elemento de la segunda línea directiva que los ha manipulado o directamente engañado. El contador en la dirección de la empresa debe trabajar en su capacidad de liderazgo y en cómo la ejerce, en ver otros puntos de vista y en incluir a todos sus gerentes en su equipo de trabajo, en igualdad de condiciones. Tal vez por esto los contadores estudian mayoritariamente maestrías en administración para completar esa parte faltante en sus habilidades.

francisco.calleja52@gmail.com

El punto de vista del cliente (segunda parte)

uberEs interesante señalar a Uber, este sistema internacional de transporte de personas, que va entrando en nuestro país, como un ejemplo de considerar el punto de vista del cliente. Por cierto, que hablamos de una empresa que ha solicitado y obtenido en los últimos seis meses financiamiento por 10 mil millones de dólares, lo cual es un record para una organización que no cotiza en bolsa.

Pero, en nuestro país son varias las reacciones a observar.

La prensa nacional señala que en la ciudad de México “no se ha podido establecer una acción clara contra este sistema de transportación, puesto que debaten la regulación”. Como siempre sucede los hechos han rebasado a la legislación y los encargados de crear leyes y reglamentos se toman un tiempo que no tienen para decidir.

“Las autoridades estatales de Querétaro lo declaran pirata y a diez días de haber iniciado su actividad en ese estado, se declara que no es reconocido por el gobierno local y hay multas y sanciones para quienes lo realizan”. Aquí es a la inversa del caso anterior, una enorme rapidez para prohibir, bajo diferentes pretextos de protección a los usuarios.

Algunos académicos señalan que “marcará los estratos sociales y puede llegar a ser visto como elitista”. Con este punto de vista terminaríamos prohibiendo la venta de artículos de lujo y la mayoría de los automóviles que manejan los alumnos que acuden a la universidad dónde estos académicos dan clase.

Un representante de este tipo de sistemas nos regala la declaración de que “se busca afectar lo menos posible, tanto a los usuarios como a los propios ingresos de los taxistas…pero es necesario que los conductores reciban una constante capacitación”. Muy interesante, un servicio que busca no afectar a usuarios y que sólo pretende capacitar taxistas ¿quién lo diría?

El presidente del Consejo Taxista de Puebla echa mano de su bola de cristal y dice “que no afectará a las 60 bases que hay en la ciudad, porque la mitad de las 17,000 unidades que hay en la capital del estado tienen radio”. La verdad no vale ni la pena comentar esta declaración.

Finalmente un chofer de taxi dice que “estas plataformas vienen a renovar el servicio público mercantil y hace un llamado a los choferes a que asuman con responsabilidad el oficio”. Cuando menos la declaración es obvia pero sensata.

Lo interesante está en que ninguna de estas personas, cuyas declaraciones aparecieron en la prensa el día martes, consideró el punto de vista del cliente y los periodistas ni siquiera tuvieron la idea de hacer una encuesta entre usuarios. Quienes prestan un servicio, buscan como conservar esa prebenda o derecho a prestarlo a unos clientes que no importan y no son consultados. Conozco pocos usuarios de Uber, pero todos se declaran satisfechos, mucho más que de un taxi común o de un taxi de sitio. Por eso muchos negocios no funcionan en nuestro país y por eso Uber no se nos ocurrió a nosotros.

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El punto de vista del cliente

servicio al clienteHacer cualquier recorrido por las empresas mexicanas, tal vez por nuestra propia empresa, nos permite observar la dificultad que tienen los dueños de los negocios para colocarse en el punto de vista del cliente. La mayor parte de los mecanismos de “atención” hacia quien llega a un establecimiento están encaminados a cubrir un formato, que el empleado no entiende bien, y a provocar de manera descarada el consumo del cliente, sin preocuparse por “ponerse en su lugar” y responder a la vieja, original y fundamental idea de cómo satisfacer las necesidades de quien ha entrado a las instalaciones y, a través de ello, lograr que las ventas y las utilidades del negocio aumenten.

La penetración de ciertas trasnacionales como Amazon o como Starbucks obedece, entre otras razones, a un cuidadoso estudio de lo que realmente quiere el cliente y, a partir de ahí, desarrollar mecanismos para cumplir con lo que él necesita. Las ventas y las utilidades de la empresa vienen como consecuencia. Al entrar al portal de Amazon descubrimos la variedad de productos que ofrece, la constante actualización y ampliación de ese abanico de opciones y lo que vemos genera que compremos casi irremediablemente. Siempre hay lo que buscamos y si se permite la expresión compramos por “antojo”. En Starbucks sucede que la empresa, sin dejar de buscar la innovación, ha creado un número de opciones que tienen cautivo a su público, si se asiste al mismo establecimiento, veremos que muchos consumidores son habituales y no irían a ninguna otra cafetería, pero lo que más sorprende es el número de unidades nuevas que van abriendo y que van generado esa misma “adicción” en nuevos clientes. Tomando una pequeña muestra de seis manzanas que tienen como eje la avenida Universidad en la ciudad de México, hace cuatro años había una unidad de Starbucks y ahora hay cinco. Ahora que tanto se habla de infidelidad del cliente, el desarrollo de estas dos empresas ejemplares habla de lo contrario.

El punto difícil de entender para los dueños de negocios, es que tienen organizaciones según ellos exitosas, porque se mantienen o porque crecen pero a un ritmo lento, que los satisface.

Las librerías que pensamos que son buenas o cuando menos razonables han llegado a la conclusión de vender sólo las últimas publicaciones y depende del “olfato” de quienes las administran para tener un inventario de sus libros más o menos incompleto. Dejaron de existir las librerías en que lo había todo, ahora la respuesta es: no lo tenemos, pero podemos pedirlo. El problema es que como cliente no siempre me sirve.

Las cafeterías o restaurantes funcionan con el mismo criterio, privilegian lo que ellos quieren vender porque es más caro o les representa más ganancias, no lo que el público quiere consumir. Esto ha provocado el crecimiento de una industria hacia los negocios que están más enfocados al cliente y aquellos tradicionales lugares a los que “todo mundo iba”, van siendo inexorablemente desplazados.

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La nomenclatura contable (segunda parte)

Hay ejemplos de nomenclatura contable que ha sido adoptada y modificada a través de los años por así convenir a los usuarios, conceptos que han sido tomados o adoptados a propuesta de usuarios informados para mejor entender la información contable.

Hacia finales del siglo XIX, en Estados Unidos, los banqueros enfrentaban el problema de que muchas empresas pedían créditos y sus balances venían ordenados según el criterio de cada contador; a fin de evitar este caos, se diseñaron formatos y se pidió a los solicitantes que presentaran sus balances según la clasificación de los banqueros. Esta clasificación resultó exitosa y ha subsistido con pocas modificaciones y es de uso casi universal, salvo raras excepciones, curiosamente los bancos son una excepción.

La actual NIF B-6, Estado de situación financiera, puntualiza que los activos deben llamarse a corto plazo, en vez de circulantes, y a largo plazo, en vez de no circulantes, que a su vez había sustituido a la clasificación de fijo, diferido y otro. Debe señalarse que son opciones y que ponerlas en primer o segundo lugar no imposibilita su uso, ya que algunos contadores pueden tomarlo como una regla sagrada y olvidar los nombres anteriores, cuando en los estados financieros que circulan, incluso en los de empresas que cotizan en bolsa, se siguen usando diversas denominaciones.

Preocupa el que los profesores no den a sus alumnos sinónimos y que las nuevas generaciones no sean capaces de usar variantes o no entiendan un estado financiero si no está preparado usando la terminología exacta. No es una exageración, hace unos meses un alumno que leyó en una traducción española que el activo se dividía en corriente y no corriente argumentó no entender de que estaban hablando. Debemos ofrecer posibilidades, no cancelarlas.

En la misma NIF se ofrece la opción de llamar estado de situación financiera, balance o estado de posición financiera y, aunque para algunos la tercera designación es equivocada, no se entiende porque aquí sí hay opciones y en otros conceptos no las hay.

La NIF C-4, Inventarios, habla de que costos promedios y primeras entradas primeras salidas son fórmulas de asignación de costos y no métodos de registro de salidas de almacén, lo cual parece una puntualización exagerada, por decir lo menos, en un afán por cambiarle de nombre una vez más a algo que a los neófitos siempre les ha causado problema para designar.

Las precisiones han tocado, una vez más, al Estado de Flujos de Efectivo, al exigir que se use el plural y no el singular, según la NIF B-2. Esto es más sensible por tratarse de un estado que ha sufrido fácilmente quince cambios de nombre en su corta vida y que quienes no son contadores sufren para entender. Igualmente sucede con el antiguo Estado de variaciones al capital contable que ahora es, según la NIF B-4, Estado de cambios en el capital contable.

Esperemos que este adecuado afán de establecer un cuerpo estructurado de normas no exagere en detalles, en vez de atender otras cuestiones que son fundamentales.

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La nomenclatura contable (primera parte)

iasb-15El Comité Internacional de Normas de Contabilidad (IASC, por su sigla en inglés, International Accounting Standards Commitee) ha trabajado desde 1975 en la divulgación de sus normas, como parte del Internacional Accounting Standards Board (IASB) fue creado para emitir Normas Internacionales de Contabilidad (NIC) por su nombre en inglés International Accounting Standards (IAS), ahora conocidas como Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF) o International Financial Reporting Standards (IFRS).

Estas normas finalmente fueron reconocidas por la mayoría de los países miembros para la preparación de estados financieros, pero no debemos olvidar que en el documento original, un párrafo de los antecedentes señalaba: La contabilidad es, en cierta forma, un asunto de convencionalismos. Mediante la eliminación de prácticas que no sean sanas, el IASC reduce el número de prácticas contables alternativas y de esta manera contribuye a la armonización de las normas de contabilidad.

El que la contabilidad sea un asunto de convencionalismos es algo que no deberíamos olvidar. Nuestra historia nos habla de personas que han llevado la contabilidad de las empresas y que a través de la demostración con hechos de la bondad de sus prácticas, han convencido al mundo de adoptar su método. Registramos la información con un formato que se conoció originalmente como escuela veneciana y que probó ser mejor que la florentina y que otras ya desaparecidas. Si hemos aceptado que la contabilidad es el lenguaje de los negocios, va a suceder lo mismo que con las academias que pretenden fijar y controlar las lenguas que se hablan en el mundo y que fracasan en su intento, porque la lengua es algo vivo y mientras los hablantes estén de acuerdo y entiendan, el idioma irá evolucionando, así le sucede a la contabilidad.

Hay que suprimir las prácticas que no sean sanas, en eso todos estamos de acuerdo y es muy importante difundir esto, no sólo a los contadores, sino a los usuarios y especialmente a los principiantes que pudieran no distinguir lo que debe hacerse y lo que no debe hacerse.

Se habla de reducir el número de prácticas contables alternativas, no de permitir una sola y tiranizar a la profesión con un nombre y una sola manera de hacer las cosas. El Consejo Mexicano para la Investigación y Desarrollo de Normas de Información Financiera (CINIF) debe tener cuidado con ese afán de cambiar de nombre a los conceptos y señalar que es el único correcto. La verdad es que puede haber mejores y peores nombres, pero hay que abrir un abanico de opciones, ya que los hombres de negocios tienen sus opiniones y no debemos negarles la posibilidad de expresarlas. Además, no olvidemos que las estadísticas señalan que hay casi cinco millones de empresas en este país y no estamos absolutamente seguros que las normas de información financiera se siguen al pie de la letra más que en las poco más de cien que cotizan en la Bolsa de Valores.

 

¿Qué hace un auditor?

dinerodolares¿Qué hace un auditor, exactamente? Controlar que el dinero se maneje como es debido. Revisa los recibos y da cuenta y acredita en sus informes de auditoría que todas las operaciones se han realizado según la ley.

Un auditor no es ni más ni menos que eso, un auditor. Y lo que hace, claro está, es auditar, es decir, revisar la contabilidad…Es su deber controlar que todas las operaciones se llevan a cabo conforme a la ley y que los importes para gastos presupuestados por la comisión administrativa no se sobrepasen. Asimismo, se cuenta entre sus obligaciones comprobar que el personal reciba el salario establecido. Es útil, en este punto, tener presente que un…es como un imperio industrial de enormes proporciones, integrado por reinos menores.

Los dos párrafos anteriores corresponden a la novela El hombre sonriente de Henning Mankell.

Son notables, porque los contadores no nos hemos preocupado  por hacer que nuestra profesión sea notada adecuadamente y es poco frecuente su aparición, como en este caso, en la literatura y cuando aparece está mal caracterizada. Esto en México llega a aspectos lamentables.

En un artículo anterior ya se había mencionado una cita de Mankell, de su novela La quinta mujer, que vuelvo a incluir:

Ser auditor en una empresa como Price Waterhouse es tener una de las mejores profesiones que hay. Por lo menos en lo que se refiere al sueldo y a las perspectivas de futuro. Los padres sensatos, hoy día, aconsejan a sus hijos que se hagan auditores.

Las novelas de Mankell se desarrollan en Suecia y estas citan habla de la solidez de la profesión contable en ese país, adicionalmente ubica al personaje del auditor como un celoso guardián del cumplimiento de la ley que, en este caso concreto, termina suicidándose cuando el medio corrupto le impide denunciar un enorme fraude.

Ojalá y en los próximos años tomemos ejemplo de esto y en otros medios, ajenos a la contabilidad, se vea aparecer al personaje del contador con una imagen clara y correcta debidamente publicitada. Sobreviven dos prejuicios del pasado que debemos desechar, el primero que el contador no puede hacerse publicidad, lo cual era llevado a niveles de secrecía y no lo digo yo, no olvidemos que el eminente contador Humberto Murrieta le mostró una vez la revista Contaduría Pública al escritor Germán Dehesa y el comentario fue que cómo era posible tener una revista tan buena en secreto.

El otro es el relativo a que el contador es deshonesto o tiene la culpa de todo, sin ir más lejos ayer al final de una plática una persona me afirmó que el programa de Vicente Fox de impulsar “los changarros” había fallado por culpa de los contadores. Me recordó aquella manifestación en Estados Unidos, frente a una empresa dónde se había cometido un fraude millonario, entre los manifestantes entrevistaron al que sostenía la pancarta que decía: Demandemos al auditor. Cuándo le preguntaron por qué, simplemente dijo lo mismo: seguro tiene la culpa.

Es un camino largo y difícil, pero luchemos por publicitar  el mayoritario porcentaje de cosas que se hacen bien por parte de los contadores.

francisco.calleja52@gmail.com

 

Use sus estados financieros para decidir (segunda parte)

contadores_dineroDentro de las mismas ideas de razones financieras que se comentaron en el artículo anterior, se ha visto aparecer el concepto de creación de valor dentro de la empresa, pero considerado como una razón financiera concreta que nos permita juzgar acerca del desempeño de la misma. Se considera que dos de los objetivos de los negocios son maximizar el valor y realizar una buena administración de las utilidades y del capital de trabajo como medios para generar valor.

La primera cuestión que deberíamos plantearnos es si el valor lo consideraremos en función de utilidad o en función de flujos de efectivo, sin olvidar de entrada que al momento de asignarle valor a una empresa muchos métodos se basan en el balance o en el estado de resultados.

Del lado de considerar la utilidad están aquéllos que gustan de utilizar la EBITDA (Earnings before interest, taxes, depreciation and amortization, o Utilidades antes de interés, impuestos, depreciación y amortización) como base para determinar el valor negocio y, también, como una forma de medir la capacidad de endeudamiento. Se calcula una EBITDA promedio de tres años como punto de partida para calcular el valor del negocio y se multiplica por un múltiplo que nos dé el propio mercado en operaciones similares o que se obtenga de los factores de riesgo ya sea de la empresa o de la industria.

Algunos especialistas piensan que el valor de la empresa radica en que el crecimiento porcentual de las utilidades sea igual o superior al rendimiento sobre capital.

Aunque en la actualidad se prefiere pensar en los flujos ya que muchos expertos piensan que las utilidades son más fáciles de distorsionar. Acerca de los flujos simplemente baste mencionar los diversos métodos que comparan los flujos de efectivo descontados con diferentes conceptos y tendremos una visión de las muchas posibilidades que esta metodología tiene.

La misma importancia que ha cobrado el Estado de Flujos de Efectivo es consecuencia de lo anterior. Un análisis detenido de dicho estado puede permitirnos ubicar cómo está funcionando la empresa y si el flujo es sano o será una fuente de problemas.

Pero en todos los casos, utilidad o flujo de efectivo, obsérvese que se ha trabajado con cifras de los estados financieros y con simples multiplicaciones y divisiones, es muy claro que el camino del éxito en la inversión financiera de mediano y largo plazo y en la toma de decisiones respecto a las organizaciones pasa por los estados financieros más que por las teorías sofisticadas.

Un sólido conocimiento de los estados financieros es fundamental para cualquier directivo.

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Use sus estados financieros para decidir (primera parte)

16508713_sLa aparición de diversas metodologías para tomar decisiones acerca de cómo realizar inversiones en las empresas o de cómo valuar las mismas parece opacar la importancia que siguen teniendo los estados financieros para este trabajo. Las metodologías con alto contenido matemático o el análisis técnico para predecir el valor de las acciones hacen olvidar que la información básica para conocer lo que está sucediendo dentro de una empresa sigue estando en el balance, el estado de resultados y el estado de cambios en la situación financiera con base en efectivo.

Lo anterior es especialmente digno de tomarse en cuenta, porque estamos viviendo una época en la que se han incrementado las compras de empresas o de sus activos y las fusiones, y para todo este tipo de operaciones es crucial conocer las condiciones de la empresa adquirida o con la que vamos a fusionarnos. Además se trata de una cuestión que llega, quizá por primera vez en nuestro país, a empresas de tamaño medio, que no cotizan en la bolsa y cuyos accionistas deben decidir si continúan con ellas o si están suficientemente maduras para venderlas.

Después de aprender técnicas muy sofisticadas, venimos a enterarnos que grandes inversionistas, millonarios gracias a sus inversiones, como Warren Buffett o Benjamín Graham han invertido apoyados casi exclusivamente en sus lecturas de los estados financieros que las empresas emiten y que los cálculos adicionales que hacen no pasan de ser simples razones financieras, tal vez innovadoras, pero que siguen siendo simples relaciones entre las cifras de los estados financieros.

Lo que sí es importante considerar es que las mismas razones financieras se han incrementado y han variado, es decir, algunas razones que hace años se utilizaban hoy están prácticamente en desuso y han aparecido nuevas razones que se enfocan a las áreas claves de la empresa.

Ha dejado de usarse, por ejemplo, aquella vieja razón financiera que comparaba los activos fijos y los pasivos a largo plazo, pretendiendo identificar el grado de estabilidad de la empresa. En cambio, son ahora varias las razones financieras que toman en cuenta diversos tipos de utilidad (bruta, de operación, antes de impuestos) o que consideran el flujo operativo y lo comparan contra pasivo a corto plazo o contra otros conceptos.

Vemos, también, que los analistas y los grandes inversionistas siguen estableciendo ciertos porcentajes o ciertos rangos dentro de los cuales deben estar las empresas para ser consideradas buenas, de manera que se pide un mínimo de utilidad neta sobre ventas (10% dicen algunos), de utilidad bruta (50% de las ventas opinan otros), de utilidad neta sobre capital, de activo circulante sobre pasivo a corto plazo (considerando incluso la posición de quienes creen que el capital de trabajo debería ser de cero) y otras más.

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La contabilidad es cuestión de criterio

nube azul 500El eminente contador Alejandro Prieto decía que “la contabilidad no era cuestión de aritmética, sino de criterio”. Los antiguos Principios de Contabilidad mencionaban el criterio prudencial de aplicación de las reglas particulares y no debemos olvidar esta idea, aunque ahora sean las Normas de Información Financiera las que rigen.

En primer lugar debemos recordar que, antes los principios, y ahora las normas existen precisamente para evitar los demasiados puntos de vista, la dispersión y el caos. La contabilidad no puede estar sujeta a muchas reglas, sino que debe estar alrededor de una sola o, cuando menos, de unas pocas reglas de aplicación. Está bien reducir las opciones, pero siempre debe dejarse un margen de maniobra al contador.

No es deseable adoptar el criterio opuesto y pensar que las Normas de Información Financiera rigen de manera férrea a los estados financieros de empresas que son diversas y dónde debe aplicarse el mencionado criterio prudencial.

Hay ejemplos muy concretos de malinterpretar conceptos que deben evitarse.

Un caso sería la expresión Efectivo usada en muchos balances como primer renglón del activo, hay casos de profesores y aun de profesionales que han pretendido que la cuenta de su contabilidad que designe el dinero en su poder y el que está depositado en el banco se llame única y exclusivamente efectivo, cuando Caja, con diversas variantes, y Bancos son expresiones mucho más claras. Todo contador y usuario debe entender que el uso diario puede requerir los nombres de cuentas que se consideren necesarios, más allá de que el auditor al momento de hacer una presentación final del estado financiero reclasifique y use efectivo por considerarlo el término más técnico y más simple.

Otro ejemplo semejante sería la palabra Inventario que muchos se toman demasiado estrictamente y no les importa si es un inventario perpetuo, quieren desechar la clarísima expresión de Almacén y otro grupo de cuentas que designan conceptos muy específicos como Mercancías en Tránsito o Mercancías en Consignación, para sólo usar Inventario. Ya el auditor decidirá si en la presentación del balance quiere usar Inventario, pero hacia adentro de la empresa existirá una gama de cuentas, tantas como sean necesarias para una fácil y clara operación.

La contabilidad se desarrolló en un largo periodo de libertad, probablemente demasiado amplia, en la que los contadores han usado de su criterio, a veces de manera excesiva, pero no parece la solución ideal pretender entrar ahora a un periodo en el cual los conceptos que se usen sean únicos y se insista en cambios de nombre que no parecen orientados por la convergencia sino sólo por el capricho. Sobre todo preocupa el aspecto de la enseñanza de esta materia, dónde algunos profesores con poca o nula experiencia práctica quieran trasmitir a estudiantes universitarios una única manera de hacer las cosas, cuando universidad es por definición diversidad.

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