Podría decirse que se ha vuelto rutinario recordar cada trimestre y cada año que la situación de la Banca en México se mantiene más o menos igual, a pesar de las amenazas de algunos políticos de reducir sus ganancias. Casi daría igual hacer el análisis al final del trimestre, cuatrimestre o año. El primer trimestre de 2019 nos dio la situación de que del 100% de ganancias obtenidas por los 51 bancos existentes en nuestro país los porcentajes quedaron: BBVA 29%, Banorte 17%, Santander 12%, Citibanamex 11%, HSBC, Scotiabank e Inbursa 13% (entre los tres), Banco del Bajío, BanRegio y Banco Azteca 9% (entre los tres) y los otros 41 bancos 9% (entre todos). Sigue flotando en el ambiente preguntarnos de que sirve tener 41 bancos de esas liliputenses dimensiones, con las dificultades de acceso a ellos y de control para la autoridad, pero en fin, así está la situación.
Sus ganancias van teniendo pequeños porcentajes de aumento en comparación a las cifras de los periodos anteriores y es evidente que sobre todo los siete grandes mencionados antes han considerado seriamente reducir sus costos incrementando las operaciones electrónicas, reduciendo el tamaño o el número de sus sucursales y modernizándose para tratar de entrar a un nuevo modelo de negocio que implica que el banco vaya al cuentahabiente y no a la inversa. Sería interesante, en vez de amenazarlos, una nueva regulación inteligente que contuviera las excesivas ganancias que obtienen en México y que los pusiera en condiciones de prestar mejores servicios sin dejar de hacer el razonable negocio al que tienen derecho.
La relación de utilidad neta entre capital contable de la banca es de alrededor de 16%, nada mal dadas las dimensiones de estas instituciones y la relación entre utilidad y activos totales es de 1.72%, por lo que se comprueba con números hacia dónde van los esfuerzos de cada una de estas instituciones, mencionados en los párrafos anteriores. Esta última razón financiera es baja si se considera que son empresas que prestan servicio y que, en México, han invertido en exceso en activos que no son indispensables para sus funciones. Bancos relativamente jóvenes como Inbursa o Banco Azteca son ejemplos de austeridad en la inversión.
Nuestra banca, un poco más de 35 años después de aquel momento de estatización, ha quedado más o menos igual de dispersa, privatizada, sólo que ahora los dueños son en su mayoría extranjeros y pertenecen a gigantes trasnacionales, lo cual es normal en este mundo globalizado. Pareciera ser que todavía le falta eficiencia y modernidad.
francisco.calleja52@gmail.com
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