Antes del siglo XX la contabilidad usaba tres registros para captar la información que se generaba en las empresas. A principios del siglo XX se dejó de utilizar uno de ellos: el Borrador, que servía para anotar todo lo que sucedía en la empresa, incluso las cartas que se expedían.
Durante parte del siglo pasado la contabilidad se llevó a través de dos registros: el Diario y el Mayor, entendidos como dos libros empastados con sus páginas debidamente foliadas, que debían autorizarse por Hacienda antes de usarlos. Todavía es posible encontrar en papelerías estos libros que algunas pequeñas empresas utilizan.
Tras una larga discusión y producto, también, de lo que sucedía en otros países durante los años 60 del siglo pasado, se logró que la autoridad autorizara llevar la contabilidad en hojas sueltas. Esto fue de vital importancia, porque habían llegado al mercado mexicano máquinas de contabilidad, que fueron conocidas como alfa-numéricas, con dos teclados, uno de máquina de escribir y otro de calculadora, en el rodillo de la máquina podía insertarse una hoja de diario y un dispositivo plástico que se colocaba sobre el mismo rodillo, permitía ir colocando la hoja del mayor correspondiente y registrar cada asiento al mismo tiempo, por copia al carbón, en el mayor y en el diario. Al terminar el ejercicio social, se empastaban el diario y el mayor y Hacienda los autorizaba cuando ya tenían consignadas todas las operaciones. Gracias a esta tecnología, en la siguiente década el diario se volvió innecesario y para fines del siglo las diversas disposiciones legales permitieron no llevarlo y conservar sólo el Mayor.
Quien estudia contabilidad concentre sus esfuerzos en el Mayor, ya que es el registro más cercano a los usuarios de la contabilidad, la mayoría de las preguntas que cualquier usuario hace a su contador se contestan con información obtenida de dicho libro, por ejemplo: ¿Cuánto dinero hay en el banco? ¿Qué existencia de mercancías se tiene? ¿Cuánto deben los clientes? ¿Cuánto hay de utilidad? Algún profesor llamó al mayor y en concreto a la cuenta “el instrumento formal de la contabilidad”.
En la actualidad existen una diversidad de paquetes computacionales para el manejo de la contabilidad, la mayoría de ellos nos permiten ir registrando una a una las operaciones, en una pantalla semejante en cuanto diseño a un Diario, por ello lo estudiamos, y el paquete automáticamente captura la información y actualiza los saldos de las cuentas afectadas.
De hecho, al final del registro es posible obtener un listado de los asientos que, para fines prácticos, es idéntico a un diario y todavía muchos contadores lo usan para revisar la corrección de cada asiento.
Los sistemas computarizados evitan las labores mecánicas y permiten que se obtengan automáticamente balanzas de comprobación y estados financieros. Ahora la autoridad prefiere que le enviemos copia de estos registros electrónicos tratando de aprovechar la tecnología.
francisco.calleja52@gmail.com