Los maestros en la oficina

Se relaciona a los maestros con la escuela en cualquiera de sus niveles, pero pocas veces pensamos que todos hemos tenido maestros fuera de las aulas, en la vida y en concreto en nuestros trabajos, en el día a día, cualquiera que sea nuestra ocupación. Hay empresas en las que nadie actúa como un maestro y tarde o temprano la organización lo paga caro.

Recurriré a mi experiencia personal para ser más claro. Lo fundamental son las acciones que estos maestros desarrollaron, pero menciono sus nombres para recordarlos.

Mi primer trabajo fue un verano como ayudante de los vendedores, dos mujeres y un hombre, de una tienda departamental en el área de caballeros, me tocó la suerte de ser ayudante de una de las vendedoras, Maruca Díaz, a quien vi desarrollar la perfecta labor de una maestra explicando cada paso de lo que se esperaba hiciera y el cómo hacerlo. Lo cual he agradecido toda mi vida y me dio una lección adicional, cuando descubrió que yo hacía operaciones aritméticas con cierta velocidad y precisión (apenas comenzaban a usarse las calculadoras portátiles) aceptó mi ayuda e incluso la compartió con su compañera. Fueron enseñanzas cruciales y siempre he visto a los jefes a través de su capacidad para enseñar a sus subalternos y por aceptar lo que pueden aprender de ellos.

Al trabajar en mi alma mater, la Escuela Bancaria y Comercial, me permitió estar cerca de dos excelentes maestros, con la enorme fortuna de que ambos, y hablo fuera del aula, eran excelentes enseñando. Alejandro Prieto permitía acercarse a su labor y conocerla a fondo, explicaba con paciencia, para luego supervisar minuciosamente lo que el aprendiz hacía. Luis Ruiz de Velasco era claro y concreto en sus explicaciones y luego permitía que cada uno realizara su labor, prácticamente sin supervisión. Trabajar con jefes tan diferentes al mismo tiempo, permitía sacar conclusiones sobre dos maneras de enseñar, ambas excelentes.

En la auditoría, en el Despacho Casas Alatriste, pueden citarse dos diferentes niveles, el de Eduardo M. Creel, su socio más importante, que era uno de esos raros casos de maestro natural, desde la primera entrevista enseñaba al candidato algún concepto o lo reafirmaba, los cursos de capacitación a su cargo tenían sobre cupo y todos aprovechábamos para preguntar cualquier duda sobre el tema del curso o sobre la auditoría en general. Pero había otro punto importante, él enseñaba cómo debía tratarse a los demás, para felicitar, para llamar la atención, podía tomársele como un modelo laboral y personal. Existían además encargados de auditoría que explicaban a los ayudantes, José Salazar lo ejemplificaba, el cómo y el por qué se hacían los trabajos, por supuesto que todos querían trabajar con ellos.

A veces se tiende a pensar que ya no hay personas como los mencionados, que con su comportamiento iban dando clase de cuestiones técnicas y del bien actuar, pero no es cierto, en otra oportunidad comentaré casos recientes que he visto ¿Y usted enseña a sus subordinados?

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Nota

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