Desde hace un poco más de 45 años, cuando se decidió que las licenciaturas en vez de planes de estudio anuales estuvieran divididas en semestres, ha sido un comentario recurrente, en los ámbitos académicos, que las generaciones llegadas año con año a los estudios universitarios no son iguales. Quienes inician su primer semestre de licenciatura en el mes de agosto, analizados como promedio de grupo, tienen mejores números que quienes ingresan en el mes de enero. En Contabilidad y en las materias que le siguen, dentro del área de Negocios, esto es conocido y hay estadísticas que lo respaldan.
No se trata en este caso de una cuestión de edad, como la que comenta Malcolm Gladwell en su conocido libro Outliers. The story of success. Los motivos de esta desigualdad son varios:
El primero es que quienes se inscriben en enero son alumnos que o reprobaron alguna materia en preparatoria y tuvieron que volverla a cursar, estando disponibles hasta seis meses después para iniciar sus estudios profesionales o que son alumnos que se inscribieron en agosto a profesional pero reprobaron y están iniciando nuevamente su licenciatura. En cualquiera de estos dos casos se trataría de alumnos con deficientes antecedentes académicos, que arrastrarán a través de sus estudios.
Un caso similar al anterior, pero no igual, son quienes iniciaron en agosto una licenciatura, supongamos que Actuaría o Ingeniería, y después de un semestre se dieron cuenta de que ese no era su camino y decidieron cambiar a algo que juzgan más dentro de sus posibilidades como una carrera del área de Negocios. Aquí subyace el antecedente de un primer fracaso escolar, que por desgracia tiene altas probabilidades de repetirse, ya sea porque ésta tampoco es su opción correcta o porque subestiman los estudios de Negocios y fracasan.
Otra posibilidad es que hayan sido estudiantes que terminaron su preparatoria y decidieron, con el apoyo de sus padres, tomarse un semestre sabático, sea no haciendo nada, trabajando o estudiando algo más ligero que una licenciatura, un idioma extranjero, por ejemplo, de preferencia fuera de nuestro país. La cuestión es que esos seis meses dedicados a otra actividad les hizo perder ritmo en sus hábitos de estudio y regresan en un nivel menor al que tenían cuando cursaron la enseñanza media superior. Algunos pueden retomar el paso, otros no.
Están también los que quieren abrir un negocio o lo han puesto ya y que no consideran a la universidad como su prioridad, siempre están indecisos entre los problemas prácticos de su negocio y las bases teórico-prácticas que los profesores pretenden que aprendan. Por desgracia hay mucha deserción entre este grupo.
Hace falta mucha investigación formal sobre este asunto, es de desear que se profundice en estos temas que requieren atención, a fin de evitar que cada semestre haya estudiantes que abandonan sus estudios sin acabar de entender que sucedió con ellos o porque nunca se acoplaron a lo que la universidad demanda de ellos.
francisco.calleja52@gmail.com
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Visión Financiera de Francisco Calleja 
Francisco, es notoria la diferencia de las generaciones que comentas. Lo más grave es que las universidades lo detectan pero no se hace nada al respecto. Ignoro a quien correspondería instrumentar las medidas necesarias para tratar de solucionar ese problema. Un abrazo.
PD. Se me había pasado comentarte sobre el libro que me regalaste. Me encantó y me hiciste recordar mis años universitarios. Gracias.
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