La docencia universitaria

Este país ha perdido tres veces la oportunidad de cambiar el rumbo del objetivo de la enseñanza en sus aulas universitarias, alejándose de la práctica y moviéndose hacia una teoría libresca, y ha desatendido constantemente las claras señales de cuál es el camino para mejorar su docencia universitaria, al no capacitar a sus profesores.

Hace cincuenta años, se consideraba como único requisito que el profesor tuviera un título universitario, usaré ejemplos personales para poner en contexto mis puntos de vista. Si tomamos en cuenta dos años de bachillerato y cuatro de licenciatura, un estudiante, a razón de cinco materias por año, tenía unos treinta profesores en ese lapso. Cuando menos tres de esos profesores, el 10% no tenían licenciatura, pero dos de esos tres eran de lo mejor de la licenciatura. Además, había uno o dos talleres que eran impartidos por técnicos especialistas, no por egresados de licenciatura. El resto de los profesores eran personas que trabajaban en alguna empresa o despacho y traían al aula sus conocimientos y vivencias totalmente reales y actualizadas, de los 27 sólo podrían contarse a lo sumo cinco que eran teóricos, dominando su teoría, o que trabajaban en algo que no tenía relación con la materia que impartían.

Hace veinte años comenzaba a ser un requisito el que el profesor universitario contara con licenciatura y maestría, aunque cuando menos uno de esos profesores sin licenciatura del párrafo anterior continuaba dando clase y dos universidades hicieron excepciones para no perderlo por su excelente calidad como profesor. Cuando mucho la mitad de los profesores cumplían con el requisito de la maestría y estaba claro que en muchas materias ese requisito no se cumpliría nunca, porque era preferible tener un especialista práctico que un teórico con maestría.

Sabemos que ahora el requisito es doctorado, aunque no todos los profesores de una licenciatura lo cumplen y las universidades van cerrándose a contratar a quien no sea doctor y las excepciones son cada vez menos. La teoría prevalece sobre la práctica y lo grave es que navegamos hacia un mundo dónde no sabemos si esa teoría perdurará o será desbancada mañana por nuevos conocimientos o por computadoras que realicen esa labor o si el profesor sabe cómo se aplica.

En cada una de las oportunidades mencionadas se ha ido desechando el conocimiento práctico a cambio de las credenciales académicas y se ha ido alejando al profesor y al estudiante, que es lo más grave, de la realidad. Por otra parte, se negado que los mejores profesores, más allá de los talentos naturales, son quienes tienen una preparación en educación, pedagogía y didáctica. Son pocas las instituciones educativas en que los recién llegados toman de inmediato una serie de cursos que los preparen con las herramientas mínimas para ejercer con decoro su diario quehacer.

No creo que exista otro campo laboral en el que suceda algo tan surrealista como el de la docencia universitaria.

francisco.calleja52@gmail.com

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