La importancia actual de los auditores

Un grupo de historias sobre auditores servirán de prólogo a la información que da título a este artículo.

La primera sucedió hace cuarenta años, cuando los auditores del Despacho Casas Alatriste completaban su preparación en las oficinas estadounidenses de Coopers, firma a la que estaba asociado el despacho. A quien le correspondió ir a Boston en ese proceso participó en la auditoría de la Arquidiócesis. Dado que en ese tiempo ninguna organización religiosa mexicana era auditada, la experiencia era novedosa y preguntó con quien discutirían los ajustes al final de su trabajo, la respuesta fue que con el arzobispo. Diariamente los auditores compartían el comedor con quienes laboraban en la arquidiócesis, religiosos y laicos, y eran testigos de cómo dicho religioso, un hombre ya mayor de cabellos blancos pasaba rumbo a su mesa bendiciendo a todos. Cuando llegó el día de discutir los ajustes, nadie reconocía al religioso, que inició el diálogo diciendo que a él no le iban a pasar ningún maldito ajuste los auditores.

Años después en una universidad administrada por una orden religiosa circulaba un folleto dónde promocionaban a dicha orden en Estados Unidos. El folleto incluía, entre otras muchas cosas, los estados financieros auditados de la orden religiosa. Al preguntar por el motivo de incluir esa información, la respuesta fue que allá no podrían conseguirse donativos sin una total transparencia y una información financiera auditada.

Años después en otra universidad privada y durante una reunión de sus autoridades, el director académico defendió la necesidad de una auditoría financiera a la organización, idea que pareció excelente y fue apoyada apasionadamente por la mayoría. El rector se opuso y dirigiéndose a quienes apoyaban, procedió a explicar que los auditores eran personas desagradables a quienes el personal terminaba odiando. Años después cuando dicho rector se retiró, hubo comentarios sobre sus manejos poco escrupulosos del dinero de la institución.

Este largo preámbulo viene a cuento porque da mucho gusto ver un folleto de seis páginas en que el Teletón por primera vez, destina un espacio en la cuarta página a declarar que el Patronato de su Fundación es auditado por PricewaterhouseCoopers, S. C. y que el correcto uso y aplicación de los recursos otorgados por los gobiernos estatales ha sido auditado por BDO Castillo Miranda, S. C. y Zesati Contadores, S. C. También se menciona que se han publicado estados financieros –puede suponerse que auditados- de los Centros Teletón en la página web de la Fundación Televisa.

Las organizaciones de nuestro país van tardando mucho tiempo en ser transparentes y publicar su información financiera debidamente auditada. Pero, producto de las experiencias relatadas, es de aplaudir cada vez que una más lo hace y sus directivos no piensan que los auditores son desagradables, de hecho en su gran mayoría los auditores son personas excelentes.

francisco.calleja52@gmail.com

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